Se trata de un temor incontrolable, de pensar que mi cuerpo puede ser en cualquier momento violentado, desollado, expuesto. Se trata de la sensación inevitable de vulnerabilidad en un país en el cual se asesinan a 10 mujeres al día, y saber que soy mujer y que mi hija también y que nuestra vagina es una razón que nos pone más cerca de las probabilidades de perder la vida en cualquier momento si decidimos caminar o viajar solas, ir a una fiesta, ir a trabajar, si elegimos la pareja incorrecta o si simplemente vamos por la calle y nos negamos a recibir una invitación de un hombre que nos considere atractivas y por ello, con la obligación de aceptar sus insinuaciones.
Se trata del enojo de encontrarnos en un mundo en el cual el morbo nos consume y con tal de sentir, somos capaces de comprar y consumir información que sabemos está degradando la dignidad de alguien —como un cuerpo destrozado en una primera plana—, pues más allá de la gente que filtra las imágenes o de los editores que deciden publicarlas, se trata de las ventas: de todos aquellos que para su paseo en el metro, de regreso a casa, antes de dar un beso de buenas noches a sus hijas, se sientan en el vagón en el lugar destinado para personas con capacidades diferentes para observar obsesivamente un cadáver y luego tirar el papel en cualquier rincón, como si nada.
Se trata de unos gobernantes de que no cierran las calles como símbolo de preocupación, no bajan la bandera a media asta ni declaran estado de guerra, y en cambio, minimizan a las muertas y aseguran que esto es una campaña en su contra y que hay cosas más importantes como un puente vacacional o decidir si las películas se doblan al español o si un avión se “rifa” entre los ciudadanos mientras hay niños quedándose sin madres y madres quedándose sin hijas y hermanos y amigos consternados por no saber qué hacer o qué decir para calmar el dolor de perder a alguien que amas de a gratis, cuando todavía no le tocaba.
Se trata de saber que cualquiera puede hacer lo que quiera en este territorio gris y contaminado y que nada se detiene, nada cambia y lo único que avanza es la violencia y las ganas impotentes de salir corriendo sin saber a dónde. Se trata de la basura humana, de los hombres que no es que estén enfermos, sino que son simplemente malos, feminicidas, que han normalizado la violencia en su vida y que aprovechan su fuerza para maltratar y dañar incluso a sus hijos al hacerlos testigos de primera mano de sus crímenes. Se trata de que ellos siguen libres y me hacen dormir con lágrimas pensando que la única alternativa que tenemos es vivir el aquí y el ahora dando ¿gracias? que pasó un día más sin que nos mataran, nos echaran ácido, nos violaran, nos humillaran, mientras la sociedad se vuelve cada vez más cínica e indiferente y enajenada y voltea la mirada a la final del futbol en lugar de vestirse de negro y gritar con rabia por sus muertas.
Se trata de México.
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