cosas que pasan por ser mujer

Un albañil te nalguea mientras paseas a tu perro a las 12 del día.

Te meten la mano en el metro en hora pico y son tantos los hombres que te rodean que no sabes ni siquiera a quién culpar.

Te gritan “guapa”, “sabrosa”, “rica”, en la calle.

Te dan el paso los coches, en apariencia de buena gana, pero es solo para verte el culo mientras cruzas.

Te acosan en redes sociales si les dices que “no”, e incluso comienzan a acosar a tus amigas desde cuentas falsas.

Te piden bebidas alcohólicas aunque les digas que ya no quieres beber, para ver si así “aflojas”.

Te juzgan por tu peso, y en la adolescencia, hacen apuestas entre ellos para ver quién de las del grupo pesa más.

Te juzgan por ser soltera por muchos años y aseguran que eres lesbiana.

Cuando se enteran que durante tu soltería saliste con varios hombres, entonces ya no eres lesbiana, sino puta.

Te exigen que uses tacones, te maquilles y que te alacies el pelo para que estés presentable para trabajar o para eventos.

Pero si te alacias y usas tacones y te maquillas en exceso entonces “te estás buscando que te violen y es tu culpa”.

Te embarazas y tus jefes te condenan con su actitud, tratándote implícitamente con el mensaje “pues para qué te embarazaste si querías ser mujer empoderada”, siendo poco empáticos, incluso, con tu hora legal de lactancia.

Te juzgan por trabajar y dejar a tu bebé en guardería, pero si no trabajas entonces eres una “mantenida”.

Te exigen que te tiñas las canas y te pongas Botox en la cara, mientras los hombres pueden andar con sus arrugas y su melena blanca con orgullo.

Te juzgan si andas con un hombre menor a ti o con uno mucho mayor.

Te juzgan si tienes celulitis, estrías, manchas o cualquier detalle físico que no vaya de acuerdo con el ideal de mujer.

Te cosifican si amas el ejercicio y luces tu cuerpo moldeado, y entonces eres SOLO un sex symbol.

Te tienes que hacer la difícil para que despertar interés serio de un hombre, pero si te haces demasiado la difícil eres una estirada frígida malcogida.

No puedes tener amigos heterosexuales porque a fuerza debe haber tensión sexual en una amistad.

Te regalan en pleno siglo XXI licuadoras y aspiradoras porque al final sigue siendo responsabilidad de la mujer tener la casa en orden.

Te meten a la cárcel por abortar y tu pareja te juzga por haber abortado cuando él no se cuidó y cuando al final, no es su cuerpo.

Te toman fotos y videos mientras tienes relaciones sexuales y las filtran en redes sociales y con sus amigos.

Te siguen cuando vas caminando de regreso a casa y te secuestran, violan o matan.

Te subes a un taxi o a un Uber y te secuestran, violan o matan.

Tu pareja te pega y violenta hasta que un día “se le pasa la mano”, te mata, te desolla y tira tus órganos al retrete.

Te recoge una persona afuera de la escuela, te violenta sexualmente, te mata y tira tu cuerpo a un terreno baldío.

Sales a una fiesta y al día siguiente no apareces, porque claro: alguien te mató.

Te matan por ser mujer.

Te matan por ser niña.

Te matan por ser bebé.

Te matan por ser esposa, novia, hija.

Te matan por ser mexicana y pues aquí naciste y ni modo. Te toca ser asesinada.

Te culpan por tu muerte.

Culpan a tu mamá por tu muerte.

Defienden al agresor por tu muerte.

En conclusión: te juzgan, te violentan, abusan de ti, te matan, te pegan, te usan, y no dudes: siempre será tu culpa: no de los hombres, no del Estado, no de la sociedad. Nunca.

Y todo por ser tú.

Published by

Dulce Villaseñor

Valgo todo el caos que conllevo.

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