95 por ciento de oxigenación sin O2 extra
Una cifra que antes representaba nada
Ahora lo es todo
Se trata, supongo, de recuperar la confianza en el cuerpo
De reconciliarme con él y su fragilidad latente
Porque por veinte días nos peleamos
Él hizo lo que quiso o lo que pudo
Mientras yo quería caminar, ir al baño sola, dar un paso
Y no podía suspirar sin perder el aire
Y así nos defraudamos el uno al otro
Nos lastimamos como dos amantes que buscan destruirse
Fuimos Luna amarga
El último tango en París
Anticristo
Adiós a Las Vegas
Mi cuerpo y yo danzamos un baile estéril y patético
Y perdonarnos ahora es el mayor reto
Y dejar atrás la desconfianza de volvernos a perder y quedarnos sin fuerzas y regresar a ese caos que me cambió la vida
Ese mismo caos que ahora me ha dejado en lágrimas constantes y con el corazón de debajo del cubrebocas
Recordé en estos días el poema de Sabines que leía de adolescente
Cuando no había finales sino principios y puntos y seguidos
Cuando mi inocencia me hacía idealizar el destino final que todos sabemos va a llegar pero nunca había sido tan latente como en dos mil veinte
«Mi madre me contó que yo lloré en su vientre.
A ella le dijeron: tendrá suerte.
Alguien me habló todos los días de mi vida
al oído, despacio, lentamente.
Me dijo: ¡vive, vive, vive!
Era la muerte».
Y hay que vivir
Published by